miércoles, 22 de septiembre de 2010

Embarazos precoces y educación sexual

Tarea pendiente del país este tema, que encuentra escollos diversos al momento del debate porque, en la mayoría de los casos, se toma como bandera ideológica y se utiliza para separar la sociedad entre "conservadores" y "liberales" que, en mi opinión es su principal barrera.

Con la reciente revelación de una encuesta sobre sexualidad, algunos aprovechan para culpar a los prejuicios y tabúes como causantes de los embarazos precoces y el contagio del VIH/SIDA. Sin embargo, si nos ponemos a observar la conducta de los afectados y a pensar acerca de las causas que llevaron a las víctimas a sufrir las consecuencias de sus actos,nos damos cuenta que la mayoría de las veces tales prejuicios y tabúes están ausentes en la conciencia y la personalidad de los afectados.

Por años he observado y conversado con jóvenes que han sufrido las secuelas del embarazo precoz, tanto hombres como mujeres, y con otros que han caído en las garras del abuso de las drogas y las enfermedades de transmisión sexual (ETS), incluido el SIDA. En la mayoría encuentro una constante: son personas con una base endeble de principios y valores, cuadro de rechazo y desamor entre familiares y personas del entorno cercano y hogares desintegrados. De prejuicios y tabúes, en el campo sexual, casi no percibo este elemento; mas bien lo consideran como algo normal en sus vidas y, desde su punto de vista, la práctica coital es buena y placentera.

En mi opinión, enfocarse solo en combatir prejuicios y tabúes, sin contemplar el aspecto espiritual y la mentalidad de la población, es el camino equivocado. De hecho, ninguna encuesta que conozca entra a preguntar sobre estos temas y sobre los valores y los principios morales que la sociedad tiene por buenos, por lo que no sabemos, al menos desde el punto de vista científico de esas encuestas públicas, cuál es la base y la mentalidad moral de las personas que dicen tener relaciones sexuales a temprana edad.

Algunas de las cosas que he observado de los embarazos precoces, entre las mujeres, son las siguientes: por lo general el causante es mayor que ellas en edad; los embarazos se producen entre niñas con poca instrucción escolar (primaria) y, también, entre adolescentes con más escolaridad (secundaria); los jóvenes que embarazan a las chicas tienen pobre rendimiento académico o han dejado la escuela, o practican ciertos vicios como libar licor, fumar o consumir drogas, y su porcentaje es menor que el de los adultos que preñan a las muchachas; y una variante concomitante para ambos sexos: la promiscuidad sexual.

Si no abordamos el tema con seriedad y tolerancia hacia el resto de los actores sociales que pueden contribuir a frenar el aumento del problema, poco o nada lograremos. Más que enfrentar a partidarios de la castidad y del condón, a "conservadores" y "liberales", o a los de ética y moral "medioeval" con los "modernos," debemos prestar atención a la mentalidad que prevalece entre las víctimas y a las causas que le llevan a practicar ciertos hábitos de vida riesgosos.

Cuando de embarazos precoces y educación sexual se trata, el prejuicio lo veo más entre los teóricos que entre los practicantes de la sexualidad, principalmente entre quienes rechazan la abstención, la castidad y la fidelidad como elementos importantes para prevenir los embarazos tempranos y el contagio por las ETS.

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