sábado, 3 de septiembre de 2011


Partenio

En los últimos años se ha acrecentado el drama de la gente pobre que vive junto al mar.  Clausura de servidumbres, desalojos, compra hostil y despojo de sus propiedades son noticias constantes en los medios de comunicación.  De pobre a millonario y de millonario a pobre.  Así están las cosas.

Hace poco fue sensación el brinco a millonario de un florista.  Y sensación, también, la maraña que esconde la verdad del asunto. Nada hay oculto bajo el sol, por lo que se espera su esclarecimiento: ya sea por la investigación de las autoridades, o por la demostración fehaciente de la legitimidad o no de la transacción.

En otro drama, al extremo oeste del país, Partenio Santos Avendaño vivió y cultivó en un terreno estatal por más de 45 años.  Tiene 73 años de edad y pocas fuerzas le quedan ya para trabajar de sol a sol en las labores del campo.  No sé si califica para el programa de los “100 a los 70”, pero sí para que se le haga justicia.  Hace casi una década fue desalojado del lugar, porque la zona se destinó a un refugio silvestre.  Desde entonces no ha cesado en su reclamo por los derechos posesorios que le asisten.  Partenio, campesino pobre, ve como hoy se levantan lujosas residencias alrededor de su antigua morada y se pregunta: ¿por qué ahora sí se puede construir y vivir allí? 

Contrasta la historia de Partenio con la del vendedor de flores.  Más años en el sitio donde habitaba.  Sembradíos comprobados por décadas.  Casa erigida sobre el terreno, donde formó familia y engendró, crió y educó a sus cuatro hijos.  El terreno donde estableció su hogar, aunque ahora valioso, está lejos de alcanzar los 11 millones de balboas.  Quizá si se consideran las 16 hectáreas que usaba con ánimo de dueño, podría valer más.

El drama de Partenio incluye la destrucción, en varias ocasiones, de la cerca que protegía sus animales.  La enramada que construyó como sitio de solaz fue quemada 17 veces.  Por último, le quemaron el rancho donde vivía.  Quizá si hubiera tenido un quiosco a la orilla del camino, con recibo del IDAAN, su suerte habría sido otra.

La voracidad con la que se negocian los terrenos costeros, desde Panamá Oeste hasta Chiriquí, pasando por las provincias centrales, es insaciable.  Pequeños agricultores, pescadores, y gente pobre de todo género, ve desaparecer sus villorrios y viviendas en un desfile interminable.  Mucha injusticia y poca acción de las autoridades para detener los atropellos y dar, justamente, a cada quien lo que le corresponde.

¿Cuántos Partenio tenemos?  ¿Cuántos dramas como el de él?  ¿Por qué solo el lujo y la opulencia controlan el paisaje de nuestras costas, en algunas regiones del país?  Si algo se pone en evidencia es la imagen de un proyecto estatal inmobiliario, ante el cual la riqueza impera sobre el resto de la sociedad.  Es una visión de desarrollo que margina y atropella a fuerza de dinero.  Millones y millones que son capaces de desalojar personas, rellenar fondo de mar, demeritar el patrimonio histórico y callar voces.

Ojalá se reflexione y se imponga la equidad, para que el mar y las islas la podamos disfrutar todos por igual.

viernes, 8 de julio de 2011

Referendo excluyente

Casco Antiguo desde Las Bóvedas

El pretendido referendo sobre la extensión de la cinta costera hasta El Chorrillo es un acto excluyente.  Si la ciudad es de todos los que la habitamos, si el patrimonio del Casco Antiguo es de los panameños y de la humanidad, ¿por qué solo han de votar los residentes de Santa Ana, San Felipe y El Chorrillo?  La consulta, en mi opinión, debe ser a toda la ciudad y no exclusivamente a unas 30,000 personas, que representan menos del 5% de sus habitantes.

Mala espina da el anunciado referendo, mas aún cuando se introduce la cuña populista que trata de enfrentar a los “4 gatos ricos” del Casco Antiguo, frente a los “paupérrimos” moradores de El Chorrillo, con el refuerzo de los residentes del barrio de Santa Ana, al que por cierto ni le pasará la proyectada obra por el lado, porque ni con aguaje el mar le toca.

¿Qué se pretende?  ¿Qué se busca?  Bien sabemos que muchos chorrilleros y santaneros votarán a favor esperando le sea cumplida la promesa de un empleo o un beneficio, que quizá muchos ni verán.  De llevarse a cabo una campaña pidiendo el Sí, bajo ese o similar argumento, sería comerciar políticamente con el hambre y las necesidades sociales que campea en esos barrios.

Rellenar la ribera del Casco Viejo de la Ciudad de Panamá es un crimen cultural.  La excusa de beneficiar a El Chorrillo con la extensión de la cinta costera aparenta ser una falacia.  ¿Cuántos carros de los chorrilleros pasarán por ahí?  La pretendida obra vial beneficiará más a quienes compren las lujosas propiedades del relleno entre El Chorrillo y Amador, que a chorrilleros y santaneros.  Aquellos sí tendrán acceso hacia el aeropuerto de Tocumen, la zona bancaria, y otras partes de la ciudad donde suelen desarrollar sus actividades de negocio y entretenimiento.

La excusa de los 200 millones que costaría el túnel, para evitar dañar el patrimonio histórico de la humanidad que es San Felipe, es sólo eso: excusa.  Bastante millones se gastan y anuncian en otras obras portentosas, y no son excusa para abaratarlas.  Además, también tendrían que explicarnos el porqué un relleno por el mar nos cuesta 500 millones de dólares, cuando el Metro, con un túnel mucho más largo, ampliación de vías, estaciones aéreas y subterráneas, vagones y rieles cuesta 1,800 millones, y el relleno de San Felipe hasta El Chorrillo, más corto y por el mar, tiene un costo de casi la tercera parte que el Metro.  ¿Será que el dinero se va en la infraestructura que necesita el nuevo barrio de lujo sobre el relleno proyectado?  Si sus residentes y los que van a tener negocios allí son los que necesitan el acceso allí, que paguen el túnel por valoración, como es práctica de los estados, y dejen al Casco Viejo con su litoral bañado por el mar, para que podamos mostrarlo orgullosos como el patrimonio nacional y de la humanidad que queremos que sea.

Al cierre de nuestra edición, nos enteramos de que el Tribunal Electoral emitió su opinión sobre la ilegalidad e inconstitucionalidad de un referendo como el propuesto por el gobierno de turno.

domingo, 15 de mayo de 2011

Hace 28 años presentí que Juan Pablo II era santo: Justo Ovalle



Justo Ovalle

Justo Ovalle es un hombre menudo, campesino, de piel bronceada y curtida por el sol.  Su morada, El Rincón de Las Palmas de Penonomé, camino hacia las montañas.  Es un poblado de unas 154 casas, cuyo centro está regido por la capilla dedicada a San Juan Bosco, con 62 años de antigüedad, a la que podríamos llamar capilla primada de toda la región, por ser la primera que se construyó.  No existe ninguna más antigua en todo el territorio parroquial.  Allí, en medio de ese paraje, nos reencontramos, tras realizarle la primera entrevista hace 26 años por esos mismos lares.

Tras remontar el camino, una carretera de tierra ahora en reparación y futura pavimentación con asfalto, llegamos a la capilla.  Nos esperaba un "comité de bienvenida" que, luego del saludo de recibimiento, nos anunciaba el sancocho que sería nuestro almuerzo.  Al poco rato llegó Justo Ovalle.  No sabía yo que me esperaba junto a la carretera, en el portal de su casa.  Como llegué directo a la capilla, me pasé de largo.


Capilla Don Bosco en El Rincón de Las Palmas
Frente a frente ya, nos saludamos con un abrazo.  Lo primero, después del saludo, fue compartir el recuerdo de su esposa Margarita, fallecida hace 4 años. Las otras novedades: los 15 nietos que el Señor le ha regalado.  Son 5 mujeres y 10 varones.  Sus hijas e hijos son Celia Linette, Mayra, Marta Rosario, Catalina, y Auxiliadora; además de Cleofer Bosco y Juan Pablo, quien vive con él.


Preguntado acerca del recuerdo más fuerte que tiene de su encuentro con Juan Pablo II, nos dice: "de ese contacto hace 28 años presentía que (el papa) era una persona buena, un santo."  Justo señala con convicción que le impactó su humildad y su afecto hacia los campesinos, y que le emocionó que alguien tan importante como el Santo Padre se fijara en la "gente baja", en los campesinos como él.

Un dato poco conocido es que, a partir del año siguiente de la visita de Juan Pablo II a Panamá, en 1983, cada 5 de marzo que se cumple aniversario de ese hecho, en la capilla de El Rincón de Las Palmas se hace una celebración para recordar el viaje del Papa y hablar de él.  Cuando murió en 2005 la gente se reunió para hacer un novenario.  Ahora con mayor razón que es beato -dice Justo gozoso- podemos orar e invocarlo para que interceda por nosotros.

¿Cómo le cambió la vida ese encuentro con el Santo Padre a Justo Ovalle?, le preguntamos.  Nos contesta: luchar por la comunidad.  Y este esfuerzo lo corroboran los lugareños que nos acompañaban, cuando terminamos la entrevista y compartíamos experiencias.  Y si tuviera otro encuentro con el Papa, ¿qué le diría?  Justo sonríe y afirma: que estoy dispuesto.  Aún en mi enfermedad -agrega- estaría dispuesto a seguir trabajando por la comunidad, porque así como Juan Pablo II "no se bajó de la cruz" yo seguiré "hasta que el cuerpo aguante."
Calle Juan Pablo II
Justo Ovalle tiene 35 años de ser Delegado de la Palabra.  Es uno de los 3 que aún sobreviven, del grupo original de delegados formado por el padre Aurelio García, antiguo cura párroco de Penonomé.  Muy joven, recién transcurrido el Concilio Vaticano II, Justo hizo el Cursillo de Cristiandad y se comprometió en el trabajo evangelizador.  Hoy tiene la responsabilidad, como Ministro Extraordinario de la Comunión, de visitar a los enfermos.  El Rincón de Las Palmas de Penonomé, hogar de Justo Ovalle, es también hogar de Juan Pablo II en el corazón de su moradores.  Si algo resume este aprecio por el Papa Viajero, son las palabras del mismo Justo Ovalle, en el mensaje que dirigió ante Juan Pablo II, en representación de todos los campesinos de Centroamérica; mensaje que fue preparado por diversos comités campesinos de todo el país, y cuyo vocero se escogió después de ensayar quién lo leería mejor.  Justo nunca pensó que sería él, pero sus palabras al Papa fueron las de todos: "Sabiendo el amor y el aprecio que Su Santidad tiene hacia los trabajadores del campo, los marginados de la sociedad, sentimos que por el breve tiempo que dispone, no hay tenido oportunidad de visitar nuestros hogares y nuestros campos de trabajo, no obstane, le aseguramos que hasta en los rincones más recónditos de nuestra Patria y de Centroamérica todos los campesinos seguirán pendientes de su palabra y voz de aliento."  Y así ha sido.

viernes, 29 de abril de 2011

Gasolina de 95 octanos ¿artículo de lujo?


Es común oír hablar del gravamen para los artículos lujosos, tema en que la mayoría está de acuerdo.  Ya sean los voceros de las organizaciones populares o los políticos demagogos, el clamor se repite sin cesar.  Sin embargo, la verdadera opulencia campea impune frente a nuestros ojos.

Ahora nos vienen con aquello que la gasolina de 95 octanos es un artículo de lujo, por lo que se excluye del subsidio estatal que recibe el diesel y la gasolina de 91 octanos.  La congelación del precio de estos dos últimos carburantes la pagamos quienes cargamos el tanque de combustible con la gasolina de 95 octanos, hasta ahora la de mayor consumo.  Contrario a lo que afirman algunos voceros del gobierno, la gasolina de 91 está lejos de consumirse más.  ¿De dónde sacaron esa información? Ni siquiera muestran cifras o datos confiables. Basta con preguntarle a los despachadores de combustible, a los conductores y a las empresas distribuidoras; o ver el tamaño de las cisternas cuando entregan el combustible en las estaciones y la capacidad que tienen para cada tipo de combustible.  Que ahora obliguen a mucha gente a comprar la de 91 octanos, por encarecer la de 95, eso es otra cosa.

La gasolina es un producto de primera necesidad, no un lujo.  El lujo está en los vehículos.  Los autos más lujosos, generalmente con motores más grandes, consumen más de lo necesario.  ¿Por qué no le cobran un impuesto cuando vayan a rellenar el tanque o a renovar la matrícula?  El asunto no es que se consuma la gasolina de 95 octanos, sino la cantidad que se consume, porque igual la utilizan los autos económicos como los lujosos, para mantener la eficiencia de los motores y prolongar su vida útil.  Una medida como ésta equivale a decirle a un pobre que no puede comprar carne, porque eso es un lujo, y que se mantenga comiendo salchichas o comprando latas de atún.  ¿Acaso los pobres no tienen derecho a comer carne?  ¿A nutrirse?  ¿A alimentarse mejor?  ¿A usar en sus autos económicos la gasolina que especifica el fabricante?

Aquellos mismos voceros políticos del gobierno, que se transportan en carros lujosos pagados por el erario, al igual que sus jugosos salarios, bien saben que no se congeló el precio de la gasolina de 95 octanos porque así se afecta menos la recaudación fiscal.  De haber congelado su precio, el golpe al erario sería mayor.

Si el lector es curioso, fíjese en los lujosos vehículos de los funcionarios.  La mayoría es tipo 4x4 que comúnmente consumen diesel.  Ni hablar de los que pueden tener varios automóviles, entre esos los afamados 4x4, que ahora llenan de combustible con el diesel subsidiado y de precio congelado.  ¿A quién quieren convencer de la sinceridad de sus argumentos?  ¿Acaso no los vemos pasearse en sus Land Cruiser, Lexus, BMW X5, Cayenne, Patrol, Pathfinder y otros lujosos autos?

Creo que la medida tomada con la gasolina de 95 octanos debe reconsiderarse.  Ningún bien le hacen a la mayoría de la población que conduce automóviles económicos, porque se le castiga inmisericordemente.  Y si se es asalariado, mucho más, porque debe pagar impuesto sobre la renta, mientras el más pobre está exonerado y el más rico paga menos proporcionalmente; porque paga más impuesto por los bienes y servicios que consume; porque cotiza más al seguro social y al seguro educativo, para ser solidario con el que menos recursos económicos tiene.  Hay que buscar un punto de equilibrio, para que haya más equidad.  Así como estamos, es un acto de injusticia.  Y nos dicen que "vamos bien."


jueves, 7 de abril de 2011

Un viajero patriótico

Andrzej en su Oldsmobile

Santuario de San Felipe de Portobelo, Colón, Panamá

Andrzej Sochacki visita la oficina de Luis Alberto Díaz Jr.

A lo largo de los cinco continentes cientos de personas, algunas en solitario, recorren el mundo con diferente propósito.  Ya sea por placer, investigación, o por realizar alguna hazaña particular, esa pléyade de viajeros entran en contacto con diversos pueblos y culturas.  Uno de ellos, Andrzej Sochacki, nos visitó hace poco en Panamá.

Andrés, su nombre en castellano, es polaco,católico, ingeniero en mecánica, profesor asistente de la Universidad de Varsovia, y periodista.  A sus 75 años realiza su octavo viaje alrededor del mundo, en esta ocasión le da la vuelta al continente americano, por el litoral de ambos océanos.  A bordo de su auto Oldsmobile, acondicionado con litera y otros implementos de viaje, hace el recorrido por tierras americanas acompañado de una mascota (peluche) que le entregó su hijo menor.

"Soy un viajero" -dice Andrés- y aclara que no se considera turista, porque el turista viaja para satisfacerse a sí mismo, pero el viajero habla de la cultura y de los pueblos que encuentra a su paso.  Tras recorrer 134 países durante 11 años, Andrés anticipa que este es su último recorrido como viajero.  La razón es obvia: la edad.  Este es mi quinto viaje "patriótico" y mi última gira.  ¿Por qué patriótico?: porque me encuentro con todos los polacos veteranos de la II Guerra Mundial que aún viven.  Cinco viajes patrióticos contactando a los veteranos regados por el mundo, de los cuales muchos han muerto y ya no los encuentra en el siguiente viaje.

Este viajero, que siempre recorre el litoral y las ciudades costeras de los continentes, quiere legar su trabajo a la juventud de Polonia, que debe conocer la historia de su pueblo.  Por eso escribo un libro después de cada viaje, exclama emocionado.  Quiero dejar estos datos históricos para los jóvenes polacos, insiste.  Mi padre fue veterano de la II Guerra Mundial.  Luchó contra el comunismo; luchó para que Polonia fuera libre, no comunista, recalca Andrés Sochacki.

De entre sus cosas saca un libro de registro y me lo muestra.  Allí guarda los mensajes y firmas de las personas que visita, algunos con sellos de organismos y entidades.  Le escribo unas palabras y estampo el sello del periódico que dirijo, Panorama Católico.  Siempre visita las iglesias, lo que lo convierte en peregrino, además de viajero.  No es un viajero común: es un hombre cristiano, católico, cuyo compañero -a decir de él mismo- es su Ángel de la Guarda, porque suele viajar solo, y que le acompaña en todos sus viajes.

Su primer viaje fue en un auto Volkswagen escarabajo, al inicio del pontificado de Juan Pablo II, quien le bendijo en la Plaza de San Padre y le dio unas palabras de aliento.  De este instante conserva una fotografía.  Andrés mantiene dos centros para viajeros; uno en Varsovia, Polonia, y otro en Phoenix, Arizona, Estados Unidos de América.  Es un club internacional denominado The Vagabond Center, que provee albergue y asistencia a los viajeros.

Andrés deja su agradecimiento para el padre Carlos Rodríguez, párroco de Portobelo, quien le dio acogida para guardar su Oldsmobile durante su estadía de tres días en esa ciudad del caribe panameño.  También a sus amigos de Autoguard Poland, que le facilitan el sistema de posicionamiento global GPS, para que lo localicen en cualquier momento y en cualquier lugar.

Nos despedimos de este hombre de 75 años, que no se le notan en su cuerpo, y que es un enamorado del mundo, de su fe y de su patria.  Parte de Panamá en ruta hacia Ushuaia, su meta final.

jueves, 24 de marzo de 2011

El Valle de Antón: fiesta de San José

Templo parroquial de San José

San José, santo patrono de El Valle
Los arco iris son comunes en El Valle

Venta de artesanías

Los campesinos ofrecen sus productos en el mercado del pueblo

Las plantas abundan en variedad y cantidad
La pintoresca población de El Valle de Antón se agita con la celebración de su santo patrono San José, cada 19 de marzo.  Durante la novena, decenas de pequeñas andas recorren las casas de las diversas comunidades, con la imagen de San José, esposo de la Virgen María y padre adoptivo de Jesús.  Es una actividad pueblerina que transcurre entre el ajetreo turístico y la religiosidad de su gente.

Este año la festividad tuvo un día que alternaba sol y lluvia.  A pesar de estar en la época seca, un frente frío de baja presión hacía caer una lluvia fina, casi constante, y mantenía la temperatura por debajo de los 20 grados celsius.  Algo frío, pero agradable.  Salvo cuando el viento norte soplaba y mojaba el rostro y la ropa.  A ratos salía el sol y volvía a llover.

A nuestra llegada a El Valle, invitados por el cura párroco Rafael Fernández y su colaborador Christian Sánchez, nos recibió un arco iris, de los múltiples que se pueden ver en el lugar.  Era un arco ancho y cercano.  Tan cercano que se podía ver, a unos 200 metros de la iglesia, el sitio exacto donde terminaba, dentro de un terreno cubierto de vegetación, aunque ninguno se aventuró a comprobar la leyenda de la olla de oro al final del arco iris.

Poco a poco se fue llenando el templo, y a las 10:00 de la mañana comenzó la Misa Solemne, oficiada por el Obispo de la Diócesis de Penonomé, monseñor Uriah Ashley, quien llamó a los fieles a imitar las virtudes del San José, haciendo énfasis en el comportamiento de los hombres con respecto a su esposa, sus hijos y a ellos mismos.  El Obispo denunció con fuerza el abuso del alcohol, la violencia doméstica y el abandono de la prole y las mujeres.

El resto de la celebración transcurriría con entusiasmo, entre llovizna y bonanza, con los bautizos comunitarios, la romería a la iglesia, para culminar con la procesión con la imagen del santo patrono San José, recorriendo las calles del pueblo, y su entrada triunfal al templo con el luminoso espectáculo de los fuegos de artificio. Acompañaron los actos patronales, además del Obispo Ashley y el cura párroco, los sacerdotes José Noto, quien sirvió muchos años como párroco del lugar, el padre Juan y otro sacerdote de la diócesis.

lunes, 24 de enero de 2011

Reconciliación y reconstrucción de Panamá

 Al restaurarse el gobierno democrático después de la Invasión del 20 de diciembre de 1989 el país asumió retos importantes, entre ellos la reconciliación y la reconstrucción nacional.  A pesar de los esfuerzos hechos, aún tenemos pendiente completar esas tareas.

En el campo de la reconciliación es vital sentir que tengamos un sistema de administración de justicia imparcial, confiable y de honestidad a toda prueba.  Un sistema de justicia eficaz en todo lo que conlleva y se deriva de él.  Leyes justas, jueces y funcionarios probos, procesos de investigación e instrucción tendientes a esclarecer los hechos, autoridades de policía con alto sentido del deber y de profesionalismo, sistema carcelario humanitario y tendiente a la rehabilitación y reinserción social de los reos, resarcimiento de las víctimas y la reparación del daño por parte del victimario para el afectado y la sociedad.  Tampoco olvidemos el esclarecimiento de los crímenes cometidos durante la dictadura y los perpetrados al amparo de la impunidad y la influencia de los gobiernos posteriores.

Por el lado de la reconstrucción, el asunto va más allá de la construcción de estructuras e infraestructuras públicas.  Es necesario revisar la forma en que se maneja la cosa pública, el método de elección de las autoridades y de nombramiento de los funcionarios, los controles contra la corrupción, la cultura de servicio de las entidades gubernamentales, y el concepto de institucionalidad y gobernabilidad que tenemos y anhelamos. 

Si queremos hacer la tarea pendiente, en cuanto a la reconciliación y la reconstrucción nacional, debemos ampliar la participación ciudadana y establecer y respetar los mecanismos para que esa voz sea escuchada y atendida.  Demasiado poder se entrega y acumula en pocas manos, cada cinco años, sin que la voluntad popular tenga otra forma de hacerse patente más allá del sufragio quinquenal.  Al desatenderse las aspiraciones ciudadanas, lo que hacemos es acumular la frustración, la decepción y, por que no decirlo, el resquemor que mata la confianza del pueblo en la sociedad política y las instituciones democráticas.

Reconciliarse con los sufridos, los marginados y los que pagan sus impuestos esperando el cambio prometido por tantos mandatarios, es tarea del que gobierna; sea ahora o en los periodos venideros.  Cada partido o grupo político que llega al poder es elegido para gobernar, y gobernar bien; no para excusarse con lo que hizo o dejo de hacer el o los gobiernos anteriores.  La responsabilidad y la oportunidad de arreglar las cosas, o empeorarlas, están en las manos del que gobierna al momento.  Si no lo hace, a su vez será el motivo y la ocasión para ser culpado por quienes le sucedan.

Hay que actuar con prontitud, si queremos dar marcha a la rueda de la reconciliación y la reconstrucción en Panamá.  Los gobernantes pasan, el pueblo es permanente.  La oportunidad de solucionar los problemas y enderezar las cosas se esfuma, los males quedan y la población los sufre.  Ya contamos con estudios, planes e ideas aportados en los últimos 20 años: falta, ahora, la voluntad de tomar la decisión de ponerlos en práctica; y esa decisión está, precisamente, en las manos de quienes son elegidos para regir los destinos de la patria.

Reconciliación y reconstrucción de Panamá


 Al restaurarse el gobierno democrático después de la Invasión del 20 de diciembre de 1989 el país asumió retos importantes, entre ellos la reconciliación y la reconstrucción nacional.  A pesar de los esfuerzos hechos, aún tenemos pendiente completar esas tareas.

En el campo de la reconciliación es vital sentir que tengamos un sistema de administración de justicia imparcial, confiable y de honestidad a toda prueba.  Un sistema de justicia eficaz en todo lo que conlleva y se deriva de él.  Leyes justas, jueces y funcionarios probos, procesos de investigación e instrucción tendientes a esclarecer los hechos, autoridades de policía con alto sentido del deber y de profesionalismo, sistema carcelario humanitario y tendiente a la rehabilitación y reinserción social de los reos, resarcimiento de las víctimas y la reparación del daño por parte del victimario para el afectado y la sociedad.  Tampoco olvidemos el esclarecimiento de los crímenes cometidos durante la dictadura y los perpetrados al amparo de la impunidad y la influencia de los gobiernos posteriores.

Por el lado de la reconstrucción, el asunto va más allá de la construcción de estructuras e infraestructuras públicas.  Es necesario revisar la forma en que se maneja la cosa pública, el método de elección de las autoridades y de nombramiento de los funcionarios, los controles contra la corrupción, la cultura de servicio de las entidades gubernamentales, y el concepto de institucionalidad y gobernabilidad que tenemos y anhelamos. 

Si queremos hacer la tarea pendiente, en cuanto a la reconciliación y la reconstrucción nacional, debemos ampliar la participación ciudadana y establecer y respetar los mecanismos para que esa voz sea escuchada y atendida.  Demasiado poder se entrega y acumula en pocas manos, cada cinco años, sin que la voluntad popular tenga otra forma de hacerse patente más allá del sufragio quinquenal.  Al desatenderse las aspiraciones ciudadanas, lo que hacemos es acumular la frustración, la decepción y, por que no decirlo, el resquemor que mata la confianza del pueblo en la sociedad política y las instituciones democráticas.

Reconciliarse con los sufridos, los marginados y los que pagan sus impuestos esperando el cambio prometido por tantos mandatarios, es tarea del que gobierna; sea ahora o en los periodos venideros.  Cada partido o grupo político que llega al poder es elegido para gobernar, y gobernar bien; no para excusarse con lo que hizo o dejo de hacer el o los gobiernos anteriores.  La responsabilidad y la oportunidad de arreglar las cosas, o empeorarlas, están en las manos del que gobierna al momento.  Si no lo hace, a su vez será el motivo y la ocasión para ser culpado por quienes le sucedan.

Hay que actuar con prontitud, si queremos dar marcha a la rueda de la reconciliación y la reconstrucción en Panamá.  Los gobernantes pasan, el pueblo es permanente.  La oportunidad de solucionar los problemas y enderezar las cosas se esfuma, los males quedan y la población los sufre.  Ya contamos con estudios, planes e ideas aportados en los últimos 20 años: falta, ahora, la voluntad de tomar la decisión de ponerlos en práctica; y esa decisión está, precisamente, en las manos de quienes son elegidos para regir los destinos de la patria.