domingo, 15 de mayo de 2011

Hace 28 años presentí que Juan Pablo II era santo: Justo Ovalle



Justo Ovalle

Justo Ovalle es un hombre menudo, campesino, de piel bronceada y curtida por el sol.  Su morada, El Rincón de Las Palmas de Penonomé, camino hacia las montañas.  Es un poblado de unas 154 casas, cuyo centro está regido por la capilla dedicada a San Juan Bosco, con 62 años de antigüedad, a la que podríamos llamar capilla primada de toda la región, por ser la primera que se construyó.  No existe ninguna más antigua en todo el territorio parroquial.  Allí, en medio de ese paraje, nos reencontramos, tras realizarle la primera entrevista hace 26 años por esos mismos lares.

Tras remontar el camino, una carretera de tierra ahora en reparación y futura pavimentación con asfalto, llegamos a la capilla.  Nos esperaba un "comité de bienvenida" que, luego del saludo de recibimiento, nos anunciaba el sancocho que sería nuestro almuerzo.  Al poco rato llegó Justo Ovalle.  No sabía yo que me esperaba junto a la carretera, en el portal de su casa.  Como llegué directo a la capilla, me pasé de largo.


Capilla Don Bosco en El Rincón de Las Palmas
Frente a frente ya, nos saludamos con un abrazo.  Lo primero, después del saludo, fue compartir el recuerdo de su esposa Margarita, fallecida hace 4 años. Las otras novedades: los 15 nietos que el Señor le ha regalado.  Son 5 mujeres y 10 varones.  Sus hijas e hijos son Celia Linette, Mayra, Marta Rosario, Catalina, y Auxiliadora; además de Cleofer Bosco y Juan Pablo, quien vive con él.


Preguntado acerca del recuerdo más fuerte que tiene de su encuentro con Juan Pablo II, nos dice: "de ese contacto hace 28 años presentía que (el papa) era una persona buena, un santo."  Justo señala con convicción que le impactó su humildad y su afecto hacia los campesinos, y que le emocionó que alguien tan importante como el Santo Padre se fijara en la "gente baja", en los campesinos como él.

Un dato poco conocido es que, a partir del año siguiente de la visita de Juan Pablo II a Panamá, en 1983, cada 5 de marzo que se cumple aniversario de ese hecho, en la capilla de El Rincón de Las Palmas se hace una celebración para recordar el viaje del Papa y hablar de él.  Cuando murió en 2005 la gente se reunió para hacer un novenario.  Ahora con mayor razón que es beato -dice Justo gozoso- podemos orar e invocarlo para que interceda por nosotros.

¿Cómo le cambió la vida ese encuentro con el Santo Padre a Justo Ovalle?, le preguntamos.  Nos contesta: luchar por la comunidad.  Y este esfuerzo lo corroboran los lugareños que nos acompañaban, cuando terminamos la entrevista y compartíamos experiencias.  Y si tuviera otro encuentro con el Papa, ¿qué le diría?  Justo sonríe y afirma: que estoy dispuesto.  Aún en mi enfermedad -agrega- estaría dispuesto a seguir trabajando por la comunidad, porque así como Juan Pablo II "no se bajó de la cruz" yo seguiré "hasta que el cuerpo aguante."
Calle Juan Pablo II
Justo Ovalle tiene 35 años de ser Delegado de la Palabra.  Es uno de los 3 que aún sobreviven, del grupo original de delegados formado por el padre Aurelio García, antiguo cura párroco de Penonomé.  Muy joven, recién transcurrido el Concilio Vaticano II, Justo hizo el Cursillo de Cristiandad y se comprometió en el trabajo evangelizador.  Hoy tiene la responsabilidad, como Ministro Extraordinario de la Comunión, de visitar a los enfermos.  El Rincón de Las Palmas de Penonomé, hogar de Justo Ovalle, es también hogar de Juan Pablo II en el corazón de su moradores.  Si algo resume este aprecio por el Papa Viajero, son las palabras del mismo Justo Ovalle, en el mensaje que dirigió ante Juan Pablo II, en representación de todos los campesinos de Centroamérica; mensaje que fue preparado por diversos comités campesinos de todo el país, y cuyo vocero se escogió después de ensayar quién lo leería mejor.  Justo nunca pensó que sería él, pero sus palabras al Papa fueron las de todos: "Sabiendo el amor y el aprecio que Su Santidad tiene hacia los trabajadores del campo, los marginados de la sociedad, sentimos que por el breve tiempo que dispone, no hay tenido oportunidad de visitar nuestros hogares y nuestros campos de trabajo, no obstane, le aseguramos que hasta en los rincones más recónditos de nuestra Patria y de Centroamérica todos los campesinos seguirán pendientes de su palabra y voz de aliento."  Y así ha sido.