lunes, 24 de enero de 2011

Reconciliación y reconstrucción de Panamá

 Al restaurarse el gobierno democrático después de la Invasión del 20 de diciembre de 1989 el país asumió retos importantes, entre ellos la reconciliación y la reconstrucción nacional.  A pesar de los esfuerzos hechos, aún tenemos pendiente completar esas tareas.

En el campo de la reconciliación es vital sentir que tengamos un sistema de administración de justicia imparcial, confiable y de honestidad a toda prueba.  Un sistema de justicia eficaz en todo lo que conlleva y se deriva de él.  Leyes justas, jueces y funcionarios probos, procesos de investigación e instrucción tendientes a esclarecer los hechos, autoridades de policía con alto sentido del deber y de profesionalismo, sistema carcelario humanitario y tendiente a la rehabilitación y reinserción social de los reos, resarcimiento de las víctimas y la reparación del daño por parte del victimario para el afectado y la sociedad.  Tampoco olvidemos el esclarecimiento de los crímenes cometidos durante la dictadura y los perpetrados al amparo de la impunidad y la influencia de los gobiernos posteriores.

Por el lado de la reconstrucción, el asunto va más allá de la construcción de estructuras e infraestructuras públicas.  Es necesario revisar la forma en que se maneja la cosa pública, el método de elección de las autoridades y de nombramiento de los funcionarios, los controles contra la corrupción, la cultura de servicio de las entidades gubernamentales, y el concepto de institucionalidad y gobernabilidad que tenemos y anhelamos. 

Si queremos hacer la tarea pendiente, en cuanto a la reconciliación y la reconstrucción nacional, debemos ampliar la participación ciudadana y establecer y respetar los mecanismos para que esa voz sea escuchada y atendida.  Demasiado poder se entrega y acumula en pocas manos, cada cinco años, sin que la voluntad popular tenga otra forma de hacerse patente más allá del sufragio quinquenal.  Al desatenderse las aspiraciones ciudadanas, lo que hacemos es acumular la frustración, la decepción y, por que no decirlo, el resquemor que mata la confianza del pueblo en la sociedad política y las instituciones democráticas.

Reconciliarse con los sufridos, los marginados y los que pagan sus impuestos esperando el cambio prometido por tantos mandatarios, es tarea del que gobierna; sea ahora o en los periodos venideros.  Cada partido o grupo político que llega al poder es elegido para gobernar, y gobernar bien; no para excusarse con lo que hizo o dejo de hacer el o los gobiernos anteriores.  La responsabilidad y la oportunidad de arreglar las cosas, o empeorarlas, están en las manos del que gobierna al momento.  Si no lo hace, a su vez será el motivo y la ocasión para ser culpado por quienes le sucedan.

Hay que actuar con prontitud, si queremos dar marcha a la rueda de la reconciliación y la reconstrucción en Panamá.  Los gobernantes pasan, el pueblo es permanente.  La oportunidad de solucionar los problemas y enderezar las cosas se esfuma, los males quedan y la población los sufre.  Ya contamos con estudios, planes e ideas aportados en los últimos 20 años: falta, ahora, la voluntad de tomar la decisión de ponerlos en práctica; y esa decisión está, precisamente, en las manos de quienes son elegidos para regir los destinos de la patria.

Reconciliación y reconstrucción de Panamá


 Al restaurarse el gobierno democrático después de la Invasión del 20 de diciembre de 1989 el país asumió retos importantes, entre ellos la reconciliación y la reconstrucción nacional.  A pesar de los esfuerzos hechos, aún tenemos pendiente completar esas tareas.

En el campo de la reconciliación es vital sentir que tengamos un sistema de administración de justicia imparcial, confiable y de honestidad a toda prueba.  Un sistema de justicia eficaz en todo lo que conlleva y se deriva de él.  Leyes justas, jueces y funcionarios probos, procesos de investigación e instrucción tendientes a esclarecer los hechos, autoridades de policía con alto sentido del deber y de profesionalismo, sistema carcelario humanitario y tendiente a la rehabilitación y reinserción social de los reos, resarcimiento de las víctimas y la reparación del daño por parte del victimario para el afectado y la sociedad.  Tampoco olvidemos el esclarecimiento de los crímenes cometidos durante la dictadura y los perpetrados al amparo de la impunidad y la influencia de los gobiernos posteriores.

Por el lado de la reconstrucción, el asunto va más allá de la construcción de estructuras e infraestructuras públicas.  Es necesario revisar la forma en que se maneja la cosa pública, el método de elección de las autoridades y de nombramiento de los funcionarios, los controles contra la corrupción, la cultura de servicio de las entidades gubernamentales, y el concepto de institucionalidad y gobernabilidad que tenemos y anhelamos. 

Si queremos hacer la tarea pendiente, en cuanto a la reconciliación y la reconstrucción nacional, debemos ampliar la participación ciudadana y establecer y respetar los mecanismos para que esa voz sea escuchada y atendida.  Demasiado poder se entrega y acumula en pocas manos, cada cinco años, sin que la voluntad popular tenga otra forma de hacerse patente más allá del sufragio quinquenal.  Al desatenderse las aspiraciones ciudadanas, lo que hacemos es acumular la frustración, la decepción y, por que no decirlo, el resquemor que mata la confianza del pueblo en la sociedad política y las instituciones democráticas.

Reconciliarse con los sufridos, los marginados y los que pagan sus impuestos esperando el cambio prometido por tantos mandatarios, es tarea del que gobierna; sea ahora o en los periodos venideros.  Cada partido o grupo político que llega al poder es elegido para gobernar, y gobernar bien; no para excusarse con lo que hizo o dejo de hacer el o los gobiernos anteriores.  La responsabilidad y la oportunidad de arreglar las cosas, o empeorarlas, están en las manos del que gobierna al momento.  Si no lo hace, a su vez será el motivo y la ocasión para ser culpado por quienes le sucedan.

Hay que actuar con prontitud, si queremos dar marcha a la rueda de la reconciliación y la reconstrucción en Panamá.  Los gobernantes pasan, el pueblo es permanente.  La oportunidad de solucionar los problemas y enderezar las cosas se esfuma, los males quedan y la población los sufre.  Ya contamos con estudios, planes e ideas aportados en los últimos 20 años: falta, ahora, la voluntad de tomar la decisión de ponerlos en práctica; y esa decisión está, precisamente, en las manos de quienes son elegidos para regir los destinos de la patria.