jueves, 19 de marzo de 2009

A pintar los taxis de amarillo, sin contemplaciones

Una vez más pide prórroga para pintar los taxis de color amarillo un sector de los dueños de taxi de la capital. Mientras una parte de los propietarios ha cumplido con la reglamentación, otra encuentra mil y una excusas para burlarse de la autoridad y continuar con el desorden.

Tres prórrogas se han dado en este asunto, desde que se venció el primer plazo en octubre de 2007. A pesar de que la medida se anunció en junio de 2006 en la Gaceta Oficial, y de las prórrogas concedidas, todavía a esta fecha más de la mitad de los dueños de taxi incumple con la norma. La pregunta es: ¿cuántos años se necesitan para pintar un taxi? La Autoridad de Tránsito parece incapaz de hacer cumplir la reglamentación, y por eso se abusa y se burlan de ella. Para nadie es un secreto que el sector transportista, buseros y taxistas, es el que más irrespeta las normas de transporte y tráfico, y resulta ser el más beneficiado con moratorias, exoneraciones, prórrogas y dádivas económicas, a pesar del historial de violaciones a la ley, daño económico, y perjuicios humanos y materiales provocados por su irresponsabilidad. Eso sin contar el daño moral que infligen a los transportistas decentes, producto de la mala reputación que los bergantes han provocado a los que sí son responsables.

Es tiempo que las autoridades pongan fin a tanto abuso, comenzando con negarle la prórroga de la obligación de pintar los taxis de amarillo. El chantaje moral de los propietarios bellacos y los juegavivo, que se niegan a pintar sus vehículos esperanzados en la nueva prórroga o la eliminación de la medida, debe acabar. Ese cuento de dejar a la población sin transporte selectivo si les paran los carros, tiene su medicina. Hay que hacer cumplir el plazo, y garantizarle el transporte a la población. Para eso se pueden hacer varias cosas, como restringirle las horas y los días de circulación y el rechazo del revisado anual.

Si la Autoridad de Tránsito se lo propone, puede asignarle tres días a la semana para circular a los taxis cuya placa termina en número impar, y otros tres para aquellos que la matrícula termina en par. El domingo es de paro obligatorio para todos los que no están pintados de amarillo. Si quiere endurecer la medida, puede autorizar la circulación en las horas pico del día, en dos jornadas: la mañana para los impares, y la tarde para los pares. Con esta fórmula sólo circularían entre las 6:00 y las 10:00 de la mañana, y de 4:00 de la tarde a 8:00 de la noche. La prohibición de circulación dominical se mantendría.

Panamá ya no soporta más desorden ni irrespeto a la leyes. Vivimos en una sociedad agresiva, donde la capital y sus alrededores se lleva todos los puntos. La región comprendida entre Arraiján, Panamá, San Miguelito y Colón, con poco más de un millón de habitantes, es la campeona en violencia, inmoralidad y desmanes de todo tipo; cuando se contagie el resto del país, en la misma medida, estaremos perdidos.

Lo que se haga para frenar tanto abuso e irresponsabilidad es vital y debe hacerse pronto. Y el primer escarmiento bien podría ser que se hiciera cumplir la norma de pintar los taxis de color amarillo.

miércoles, 11 de marzo de 2009

Sin pepitas en la lengua

Hay un programa de televisión recién estrenado que resulta tonto y chabacano, embrutece, y deja mucho que desear de sus productores y conductores. Bajo el sugestivo título “Sin pepitas en la lengua”, pretende justificar las sandeces y tonterías que salen de la boca de sus presentadores.

Uno de sus animadores se ha paseado ya por varios programas televisivos, sin pegarle a una. El tipo es un fiasco; comenzó comiéndose un mango y no da pie con bola. Pareciera que lo mantienen en pantalla por causas ajenas al profesionalismo. Ahora en este nuevo programa, y su contenido idiota, flaco favor le hacen al comunicador en cuestión. El espacio es una pieza más del mamotreto mediocre que constituye la oferta televisiva. Salvo algunas excepciones, la pantalla chica de las televisoras locales es un adefesio y una vergüenza para el mundo de la televisión.

Por esas casualidades de la vida me topé con el “programa” el viernes pasado. El tema: el sexo cogido a relajo. Poco aporta y poco conocimiento del tema demuestran los presentadores. Las cosas que dicen se les ocurren a cualquier adolescente; pero al menos a estos se le dispensan, porque están en una etapa en la que neuronas y hormonas enloquecen y afectan su organismo y su conducta. Sin embargo, los animadores de marras ya están bastante pasaditos de años juveniles y las locuras propias de la primera juventud.

Basta ver los recursos que se gasta la producción de la empresa televisora. Hasta han creado una página en el “facebook”, para aprovechar esa comunidad virtual y llegarle a nuestros muchachos y muchachas con sus comentarios chabacanos y carentes de toda seriedad. Me imagino que después vendrá el cobro por los “chats”, y de esa manera saldrá el dinero para pagar el adefesio de programa que se han inventado. ¿Dónde está la responsabilidad social empresarial de Medcom? Ojalá los señores Eleta Almarán y González Revilla, a quienes tengo por caballeros, véan la chabacanería que le han colado en la pantalla, y que, de una u otra forma, influirá en sus nietos, en los de sus amigos, en los hijos de sus empleados, y en otros chicos y chicas contemporáneos de esos jóvenes seres queridos que ellos también tienen.

El programa no vale un céntimo; y lo digo como profesional de la comunicación social. Es basura mediática. Si tuviera buen ingenio, aunque lo reprobará, al menos le reconocería la creatividad y el profesionalismo. Más que en el sentido de la ética mi crítica está dirigida a su calidad como producto televisivo. ¡No vale un maní! Y que no me venga alguno con el cuento que por ser católico soy mojigato o tengo mentalidad del medioevo. ¡De eso ni un pelo! No en vano me pasé buena parte de mi juventud recorriendo el barrio santanero y frecuentando el ambiente chorrillero. En esos sitios pude ver lo bueno, lo malo y lo feo, y vivir algunas experiencias atractivas para una vida joven; libre quedé, eso sí, y a Dios gracias, de la droga y el homosexualismo.

Insisto: el programa es un fraude y deben sacarlo del aire por malo.