jueves, 24 de febrero de 2022

El primer número de Panorama Católico

 Un día como hoy, 24 de febrero, pero del año 1985, el periódico de la iglesia panameña, Panorama Católico, salió al público por primera vez. Éramos un puñado de entusiastas personas que trabajando con las uñas nos lanzamos a la aventura bajo la guía de nuestro recordado arzobispo Marcos Gregorio McGrath.

Todo inició para mí en el mes de octubre anterior, cuando me asignaron la cobertura de una rueda de prensa en al arzobispado donde la Conferencia Episcopal Panameña presentaba su carta pastoral sobre el Ecumenismo en Panamá. Yo era un joven periodista a quien en la redacción le llamaban pichón de cura por mi activismo católico en la parroquia de San José, en el Casco Viejo de San Felipe, Ciudad de Panamá. Por esa razón me asignaron aquella cobertura que cambiaría el rumbo de mi carrera periodística.

Al final de la rueda de prensa me acerqué a monseñor McGrath y le pregunté sin mucho protocolo: ¿por qué la Iglesia no tiene un periódico propio?  Él, con sus casi dos metros de estatura me mira desde su altura con aquellos profundos ojos claros que tenía -ya apenas mido 1.70 metros- y me pregunta: ¿Y por qué usted quiere que la Iglesia tenga un periódico?  De inmediato le respondí, para que la Iglesia diga lo que quiera, cuando quiera y como quiera, monseñor.  Él sonrió con esa sonrisa que a lo largo de mis casi 10 años de trabajo junto a él iría yo descubriendo cuando tenía en mente encomendar alguna tarea, o más bien el reto, de emprender alguna obra apostólica u otra que involucrara al laicado. Y, tomándome del brazo, me llevó ante el padre Fernando Guardia Jaén.

Reunidos los tres vuelve a mirarme fijamente, como acostumbraba, y me dice: desde hace cinco años estamos intentando hacer un periódico y tenemos una persona encargada en estos momentos. El padre Guardia le puede dar detalles, y me encomendó a este sacerdote que ocupaba el cargo de Vicario de Pastoral. El padre Guardia me conduce a la oficina de la hermana Inés González, secretaria de monseñor McGrath, y le pide el teléfono para hacer una llamada. Se comunica con el padre Juan Rooney, encargado del proyecto y le dice: "oye Juan, aquí hay un muchacho periodista que acaba de presentar monseñor y se ofrece colaborar con el proyecto del periódico. ¿No será el que estamos esperando?  El padre Guardia lanza una carcajada contenida y me da cita para vernos con el padre Rooney a la semana siguiente.  Después me enteraría que la carcajada se debió a la respuesta del padre Rooney, que con su humor irlandés contestó a la pregunta del padre Guardia así: El que estamos esperando, ¿quién? ¿Jesucristo?

Desde aquel final de octubre de 1984 hasta enero tuvimos que trabajar a marcha forzada y casi sin recursos. La primera persona del equipo que conocí fue Manuelita Núñez, quien organizaba un archivo de fotografías. Poco tiempo después nos reunimos en casa de monseñor McGrath para almorzar con el resto del equipo: la profesora Mélida Sepúlveda, quien fue nombrada directora; Belén Olayvar Lizárraga, secretaria; Rafael Alvarado, en publicidad; el padre Rooney, director pastoral; y yo como jefe de redacción.

Tras algunas pruebas de imprenta y cambiarle el nombre inicial de "El Panamá Católico" a "Panorama Católico" quedó todo listo para lanzarlo. El cambio de nombre se lo sugerí al padre Rooney para evitar confusiones con otros medios que ya usaban la palabra Panamá. Recuerdo que tomé la idea de un programa titulado Panorama Italiano que se pasaba por la televisión y cuya presentación mostraba una fotografía de la Basílica de San Pedro de Roma.

El 24 de febrero de 1985, Primer Domingo de Cuaresma, y luego de cuatro meses de constante trabajo, se publica el primer número de Panorama Católico. Habíamos impreso 5,000 ejemplares y el padre Juan Rooney, junto a Gregorio Herrera, quien no pudo incorporarse en los meses primeros al equipo por estar trabajando en otro lugar, se lanzaron a la aventura de llevar casi la mitad del tiraje a la fiesta del Cristo de Atalaya. Allí, ante miles de peregrinos, Panorama Católico hizo su estreno y nunca más dejó de estar presente en Atalaya.

Muchas fueron las vivencias de mi paso por el periódico católico, obra a la que estuve vinculado 27 años, ocupando el cargo de director durante 21 de ellos. En la página 4 de la primera edición monseñor Marcos Gregorio McGrath explica cómo la creación de un periódico de la iglesia fue una de las tres tareas que le encomendó el arzobispo Francisco Beckman, cuando fue nombrado como su obispo auxiliar.  Allí podrán ver su foto con aquella sonrisa de satisfacción y que para mí significó "ya tengo una de las piezas que faltaba para crear el periódico de la iglesia" y que le dio un giro a mi carrera periodística.  Le ofrecí 6 meses y me quedé 9 años con él; luego llegó monseñor José Dimas Cedeño, a quien le dije que nombrara un nuevo director si era su deseo; me dijo "quédese un rato" y fueron 14 años más  junto a él. Dos obispos con quienes trabajé de manera muy cercana como director de Panorama Católico. 

Página editorial y primera plana de la edición No. 1


Por eso, un día como hoy, 24 de febrero, hago memoria de los inicios de la obra apostólica
que constituye Panorama Católico, en sus 37 años de haber salido a la luz pública como medio de comunicación de la iglesia.



viernes, 19 de noviembre de 2021

Panamá apuesta por el emprendimiento

Dos leyes para emprendedores podrían hacer la diferencia en el país.

Una ley aprobada en diciembre de 2020 y otra que está para sancionarse y promulgarse son la apuesta de Panamá para reactivar su economía e impulsarla más allá de la pandemia del coronavirus. Se trata de la ley 186 de 2 de diciembre de 2020 que regula las sociedades de emprendimiento, una nueva categoría de sociedad mercantil, y el proyecto de ley 532 dirigido a los adultos mayores que desean emprender y que fue aprobado en tercer debate en julio de este año y que espera la sanción y promulgación del órgano ejecutivo.

Ambas leyes podrían reactivar la economía panameña en corto plazo y, bien promovida, sacar de la informalidad a miles de personas que al momento ejercen actividades económicas por cuenta propia sin ser consideradas como parte del engranaje productivo formal y, por ende, marginadas del acceso al crédito y de las facilidades que ofrece el mercado oficialmente regulado.

Tanto las nuevas sociedades de emprendimiento y la llamada economía plateada están presentes en la sociedad, pero de manera marginal. Con la ley ya aprobada y la que está pendiente de sanción para incorporar a los adultos mayores que desarrollan actividades económicas por cuenta propia al mercado formal, el país tendrá la oportunidad de ver crecer su economía por el factor multiplicador que implica el incorporar a este sector de la población al mercado formal.

Más del 50 por ciento de los panameños en capacidad de trabajar lo hacen fuera del empleo formal y buena parte de estos fuera de las formalidades jurídicas, incluyendo los adultos mayores que necesitan redondear su pensión y aquellos que, al no contar con ella, necesitan practicar medios de subsistencia hasta que sus fuerzas se lo permitan.

Enfocarse en los emprendedores es la vía para desarrollar el país. Si algo ha demostrado esta pandemia es la participación de los jóvenes desarrollando actividades empresariales que sacan provecho de las herramientas tecnológicas. Si a ello sumamos los adultos mayores que cuentan con formación académica y experiencia de trabajo y que, por razón de su edad, son rechazados por los empleadores, a pesar de estar en capacidad productiva, el emprendurismo tiene futuro en Panamá.

Corresponde a la Ampyme (Autoridad de la Micro, Pequeña y Mediana Empresa) dirigir la orquesta en este caso. Tiene que realizar un esfuerzo masivo entre los adultos mayores y los jóvenes, para que estas leyes de sociedades de emprendimiento y de la economía plateada tengan sentido y no queden, como algunas otras, en letra muerta.Experiencia y juventud son la clave para el crecimiento económico pos pandemia y mientras más pronto se inicie la marcha mejores resultados se obtendrán.

  

jueves, 16 de septiembre de 2021

El Shangri-La de los diputados

 Imbuidos en su zona de confort algunos diputados padecen una amnesia política que los hace perder la noción de periodo de mandato y sufragio electoral

Los intentos de reformar el Código Electoral a su antojo y acomodo por parte de los diputados que representan a las bancadas partidarias que dominan la asamblea es el ejemplo más fehaciente de quienes han perdido la noción de la moral y la ética en el ejercicio de la política.

Buscar cambiar radicalmente lo consensuado en la Comisión Nacional de Reformas Electorales, donde han estado representados sus propios partidos junto al Tribunal Electoral y la sociedad civil, es un grave error político que tendrá serias consecuencias en el próximo torneo electoral. Echar por tierra lo aprobado en la CNRE en temas tan fundamentales como el impedimento para postularse a más de un puesto de elección, el límite de las donaciones, la prohibición de recibirlas de personas condenadas por corrupción, el financiamiento público electoral más equitativo, la libre postulación sin trabas políticas, la eliminación del fuero electoral y lo relacionado con la asignación de curules por residuo, es una manera de ganarse el rechazo y el odio de los electores.

Con tantas reformas y cambios que más bien buscan el acomodo de los que ya son diputados, la reacción ciudadana no se hizo esperar. En las principales ciudades del país la población se manifestó y pasó el mensaje alto y claro a los diputados que sus maniobras o triquiñuelas políticas rebasaron el límite de la paciencia de los votantes. Hacerse de los oídos sordos frente a este hecho es un acto de suprema estupidez política y una demostración de soberbia superlativa. Tan corta memoria es propia de ese Shangri-La creado en la mente de los diputados en mención, que les hace olvidar los resultados de las últimas elecciones en las que muchos de los candidatos considerados fijos, y entre ellos diputados de entonces, se quedaron vestidos y alborotados por causa del rechazo ciudadano.

Si algún sentido de supervivencia electoral les queda deben salir de su imaginaria burbuja política y volver a la realidad prontamente. Insistir en sacar ventaja de su posición actual como diputados, para el provecho y el acomodo propio, no es más que lanzarse hacia su suicidio político. Tienen que desistir de sus planes y aprobar lo consensuado en la CNRE, por respeto al trabajo y a las decisiones de sus partidos que por largos meses reclamaron tiempo, esfuerzo y discusiones de los participantes para elaborar un código electoral que tuviera el apoyo de los sectores involucrados. Esa sería la salida más honrosa para estos diputados que han querido jugar con la paciencia y la inteligencia ciudadana.

El tiempo, sabio maestro, nos dirá en el transcurso de su marcha inexorable si los perpetradores de tan abominable cúmulo de reformas electorales que buscan afianzar el juegavivo electorero y darle un maquillaje legal a la sinvergüenzura política se imponen a la razón, a la decencia y a la ética que debe prevalecer en la carrera electoral. Y nos dirá, también, si estos "padres de la patria" continuarán viviendo en su imaginario Shangri-La de espaldas a los electores que son los verdaderos dueños del sufragio popular ejercido en libertad.


jueves, 29 de julio de 2021

Comunismo cubano en fase terminal

 Tras 60 años de comunismo los cimientos del régimen empieza a resquebrajarse mientras sus líderes intentan encontrar la fórmula que le devuelva la salud y la vitalidad. Será una tarea ardua y larga que no evitará la muerte del sistema, solo prolongar su agonía.

Los recientes levantamientos populares en Cuba son una muestra de lo que hace ya tiempo ocurre en la mayor de las antillas. Desde el éxodo de Mariel, con el comandante Fidel Castro aún vivo, el pueblo cubano anhela un nuevo despertar que lo introduzca a la libertad. Momentos cruciales a partir de esa diáspora marielita que, en un arrebato de arrogancia revolucionaria provocara el propio Fidel, han marcado el lento paso hacia la libertad del pueblo cubano. Mariel mismo, el aplaudido discurso del papa Juan Pablo II que trajo esperanza a la isla al pronunciar las palabras: "Que el mundo se abra a Cuba y que Cuba se abra al mundo", la rebeldía de Oswaldo Payá, y las Damas de Blanco, entre otros movimientos, han ido haciendo mella en la desgastada estructura política que sustenta al régimen.

A partir de la muerte de Fidel Castro, y los intentos de reforma impulsados por su hermano y heredero político Raúl Castro, la situación en Cuba sufre cambios acelerados. Los comandantes revolucionarios históricos han ido desapareciendo de la escena política entre muerte y vejez. Los nuevos dirigentes parecen incapaces de trazar un nuevo rumbo y su pregonada unidad apenas se mantiene cohesionada por el frágil hilo de la persona de Raúl, último de los históricos que aún podría darle un poco de aliento a una revolución que ha entrado ya en su fase terminal. 

La euforia revolucionaria cada vez se siente menos en Cuba. El desgastado discurso que por más de 60 años invoca la dirigencia ya no enciende pasiones. Al ponerse toda el alma de la revolución en Fidel, la otrora fortaleza del régimen es ahora su debilidad. Ninguno puede ni podrá reemplazar a Fidel Castro, ni siquiera su hermano Raúl a quien le tocó reformar el régimen y entreabrir la puerta hacia la libertad de los cubanos. Las efímeras esperanzas que trajeron las reformas de Barak Obama hacia la isla sucumbieron ante las medidas de Donald Trump, aún vigentes en gran medida. El advenimiento de la pandemia del Coronavirus Covid-19 agravaron la situación. Sin más fuerzas para soportar la carga impuesta por los gobernantes revolucionarios durante sesenta años, el pueblo reclama su libertad. Una libertad que tiene su sostén en el hambre, el racionamiento de alimentos por décadas, y la evidente diferencia de calidad de vida entre el cubano de alcurnia revolucionaria y el isleño de a pie. 

Durante los últimos 20 años la dirigencia de la revolución ha intentado introducir cambios estructurales para permitir el ejercicio de una empresa privada controlada, porque sabe, desde hace más de 30 años, que el sistema de producción ha fracasado. Al menos eso se dejó entrever en los resultados que arrojó un congreso del Partido Comunista Cubano en 1985. Aquella autocrítica quedó en letra muerta hasta que comenzaron a sentirse los efectos de la desaparición de la Unión Soviética, fuerte sostén del régimen por casi 30 años. Los últimos 30 han pasado entre la inercia del modelo apadrinado por los soviéticos y la resistencia de unos líderes ahora ancianos o a punto de morir.

El sopeteado argumento del bloqueo también dejó en evidencia que no es tal, ante un pueblo ávido de comida y a quien se le quita la libertad más grande de la que gozaba hasta hace unos días: las redes sociales. El régimen atacó con furia ese bastión libertario y reprimió con garrotes, cárcel y balazos al pueblo que salió a la calle a manifestarse contra el hambre, la corrupción y la falta de libertad. Allí equivocó el régimen la estrategia. Apeló a un sentimiento revolucionario y nacionalista que ya no comparte gran parte del pueblo, mandó las hordas y las milicias vestidas de civil a reprimir en la calle, y utilizó adolescentes enrolados como milicianos como escudos humanos frente a los protestatarios. Ni siquiera el haber desempolvado al histórico comandante Raúl Castro, sacándolo de su recién anunciado retiro, pudo calmar la sublevación popular.

Tanto el comunismo cubano como el régimen que lo profesa tienen sus días contados. No será de manera inmediata que se cumpla este plazo, pero su fin es irreversible. La llamada revolución cubana tiene socavada sus bases. Los signos de muerte son evidentes, incluida la nueva constitución promulgada recientemente donde intentan hacer cambios que traen consigo efectos secundarios impredecibles en este momento. El sistema económico colapsado, los medios de producción anticuados y gravemente dañados, la corrupción y el lujoso modelo de vida de la aristocracia revolucionaria, el orden mundial que va en contravía del régimen cubano, un pueblo hastiado del discurso revolucionario y ansioso de ser libre, y un anciano comandante histórico que apenas puede mantener la unidad bajo el ideal castrista son los factores en contra de una revolución cubana que se apaga.

Si los dirigentes revolucionarios quieren salvar la cara, y que en el futuro se recuerde la revolución que lideró Fidel, tienen que darle libertad inmediata al pueblo, satisfacer su hambre, y liberando los medios de producción alimentaria. Que se vean en el espejo de Gorbachov para no pasar al olvido. No hacerlo será cavar su propia tumba; y más profunda será si su empecinamiento de mantener una revolución moribunda provoca carcelazos y muerte entre un pueblo cubano que ya le perdió el miedo y el respeto a la otrora gloriosa revolución cubana.


jueves, 8 de julio de 2021

La pandemia del coronavirus marca un cambio de era

 La pandemia provocada por el Covid-19 es un trauma social global que, como otros, produce cambios en la humanidad y en las sociedades nacionales.

Desde el Descubrimiento de América hasta el ataque terrorista en Nueva York, pasando por la revolución industrial, el invento del automóvil, las dos guerras mundiales, la era espacial y la digital, el mundo ha vivido inmensas transformaciones que afectan la vida de cada ser humano y su entorno. Grandes traumas traen consigo grandes cambios y la presente pandemia del coronavirus no es la excepción.

Así como los viajes de Cristóbal Colón cambiaron la navegación, la revolución industrial la forma de producir y fabricar, el automóvil con la manera de transportarse y el advenimiento de las carreteras pavimentadas, el fin de las guerras mundiales que trajeron adelantos tecnológicos impensados que mejoraron de la calidad de vida, el ataque a las torres gemelas de Nueva York con la seguridad aérea, la era espacial con las comunicaciones por satélite, y la era digital con la forma de estar comunicados globalmente, igual cada trauma registra cambios profundos en el ámbito social, cultural, político y económico que afectan a millones de personas en todo el planeta.

El encerramiento y la nueva interacción pública de las personas como consecuencia de la pandemia del coronavirus ha obligado a cambiar nuestro modo de vida y la forma de hacer las cosas. Medidas de bioseguridad, trabajo y educación a distancia, acceso a los mercados y la provisión de bienes y servicios han entrado en un proceso acelerado de cambios que marcan el inicio de una nueva era, tal como lo hicieran los grandes traumas antes mencionados.

Así como el virus del Covid-19 tiene una capacidad de propagación rápida, igual lo están haciendo los cambios sociales que provoca el aislamiento de la población y el control de la movilidad de las personas. Lo que acostumbrábamos a hacer un año y medio atrás, hoy ya no es posible hacerlo de la misma manera. Cosas cotidianas como salir de compras o hacer el supermercado van pasando al campo de la entrega a domicilio o "delivery."  La creación reciente de distintas aplicaciones digitales facilitan ya la interacción entre personas, la forma de comprar y pagar, y el uso del tiempo dedicado al ocio, al desempeño del trabajo, a la formación escolar y  a la celebración de reuniones grupales.  Poco a poco estamos trayendo al seno del hogar el trabajo, la escuela y la participación en organizaciones sociales y benéficas, lo que obligará un uso diferente del tiempo de las personas y al diseño funcional de las viviendas, con la consiguiente creación de espacios comunes en edificios y conjuntos residenciales que ofrezcan más facilidades para el desempeño de esas tareas. También cambiará la manera de desplazarse de un sitio a otro y de hacer negocios. Es probable que ahora muchas empresas dejen de usar grandes espacios para ofrecer sus servicios o venta de mercancías, afectando así los diseños y el uso de los centros comerciales, la logística empresarial y el aumento de la disponibilidad de edificios de bodegas en donde se almacene la mercancía y se despache desde allí.

Los hogares tendrán necesidad de múltiples dispositivos de comunicación para poder integrarse a la nueva sociedad de la era post coronavirus. Ya lo estamos viviendo con el modelo educativo y el laboral, luego seguirán otros aspectos. Una cita médica, por ejemplo, se hará a través de la telemática y abriendo la boca delante de la cámara o conectándose a un reloj de pulso el médico podrá medir aspectos sintomáticos de la persona y sus signos vitales. Incluso con la máquina de ejercicios que lleva pantalla y conectores se podrá hacer una prueba de esfuerzo a distancia.

Nos abocamos a vivir cambios profundos en la sociedad y en nuestras vidas. ¿Cómo nos estamos preparando para afrontarlos?  Esta es la pregunta que debemos hacernos en lo individual y lo colectivo. Cómo personas, familias, comunidades y países procuran estar listos para asumir este cambio de era, por el momento no lo sabemos a ciencia cierta en nuestra nación. Corresponde a las autoridades, en primer lugar, allanar el camino para facilitar la integración y el desarrollo de esos cambios en nuestra sociedad. Empresarios, profesionales, gremios y asociaciones de toda índole son otros llamados a realizar esta tarea de promoción e instauración del cambio. Quien se quede sin hacer nada, simplemente,  sufrirá las consecuencias de su desidia y su insensatez. El cambio llegó para quedarse y no habrá vuelta atrás.

sábado, 26 de junio de 2021

Colón Puerto Libre: un fracaso de 30 años

 Cuando se creó la ley de Colón Puerto Libre en 1992 muchas fueron las esperanzas que diversos sectores colonenses cifraron en dicho proyecto. A un año de cumplir las tres décadas, Colón Puerto Libre apenas mueve menos de 10 millones de dólares al año en ventas y servicios.

El entusiasmo inicial fue trastocándose en desesperanza al paso de los años, hasta que en 2016 la reforma de la ley de puerto libre abrió un nuevo horizonte que, a pesar de los esfuerzos gubernamentales, parece obligar a recorrer un accidentado camino para llegar a él, a semejanza de las destruidas calles y derruidas estructuras que adornan hoy la ciudad de Colón, ubicada sobre la Isla Manzanillo, cuna y propósito del ya longevo proyecto de Colón Puerto Libre.

La modificación de la ley sobre la cual descansa el pretendido puerto libre amplió, a otros lugares de la provincia colonense, la creación de nuevas zonas que pueden también funcionar como puerto libre, sin mencionar alguna en particular, con el fin de traer prosperidad a esa provincia atlántica. Sin embargo, algunos aspectos de la legislación juegan en contra del supuesto propósito de darle bienestar y progreso a Colón.

Uno de los factores que más juega en contra del puerto libre es el empecinamiento de querer insertarlo en el casco de Colón asentado en la Isla Manzanillo. A pesar de la similitud legal con el desarrollo del Casco Antiguo de la ciudad de Panamá y los más de 500 millones de dólares invertidos en Colón a lo largo del tiempo, la situación de violencia y la cultura urbana que se ha creado en Colón en las últimas décadas impiden el desarrollo de un puerto libre en el lugar. Al menos bajo el método que establece la ley vigente. De aplicarse las normas incluidas en la reforma de la ley que rige el puerto libre, sitios como Portobelo, por ejemplo, podrían tomarle ventaja al emplazamiento colonense de Manzanillo, por ofrecer una situación histórica y una cultura popular mucho más rica en folclor y tradiciones, así como un ambiente más sano y seguro para los visitantes.

Otro factor que juega en contra de Colón Puerto Libre es el enfoque eminentemente mercantil de la ley, dejando de lado otro tipo de actividades como la ciencia, la tecnología y la innovación, que también podrían atraer inversiones y la instalación de empresas dedicadas a ese fin. Incluso, siendo un puerto, la legislación también podría facilitar el establecimiento de empresas dedicadas al mantenimiento y la reparación de buques, al igual que la instalación de granjas marinas y otros métodos sostenibles de aprovechamiento del recurso pesquero, cuya explotación en el sector caribeño del país es casi imperceptible.

Para el funcionamiento rápido y sustentable de Colón Puerto Libre es menester tomar decisiones en al menos tres aspectos, como: dejar de lado la obligación de que el puerto libre se instale primero en la Isla Manzanillo, buscar un área adyacente a la Zona Libre de Colón y construir allí infraestructuras modernas para hoteles, centros de convenciones y centros comerciales, que le brinden seguridad y un servicio de alta calidad a los usuarios del puerto libre, y flexibilizar el tiempo de veda de seis meses que tienen los nacionales para comprar en el puerto libre. En este último punto hay establecida por ley una cantidad fija de mil dólares en compras semestrales que, con el tiempo, perjudica al puerto libre por razón de la inflación y el aumento de precios. El monto debe establecerse tomando en consideración el salario mínimo nacional, que se revisa cada dos años y resuelve el problema de inflación y precio mencionado anteriormente. La norma podría fijar el límite de compras de los nacionales en el puerto libre en el monto máximo equivalente a un salario mínimo mensual y con veda de 30 días.

Después de casi 30 años del proyecto Colón Puerto Libre, de los cientos de millones de dólares invertidos en Colón por el estado, y de los resultados obtenidos al presente después de la reforma de la ley en 2016, la consecuencia resultante es el fracaso de Colón Puerto Libre. Si el gobierno actual, que tiene el proyecto como uno de sus planes estelares, quiere que Colón Puerto Libre funcione, tiene que tomar decisiones drásticas que requieren sacar temporalmente el proyecto de las 16 calles de Colón y ubicarlo al otro margen de la Zona Libre dentro de un ambiente seguro y arquitectonicamente agradable. Allí los colonenses que demuestren ser aptos podrán trabajar y mejorar su calidad de vida. Una vez logrado ese objetivo, concentrarse en el desarrollo del Colón de las 16 calles a la manera del Casco Antiguo de la capital, en donde las actividades de entretenimiento y cultura se desenvuelvan con mayor soltura y en un clima y ambiente distintos a los que ofrece en la actualidad.

Colón merece días mejores. Sus tiempos de tacita de oro quedaron atrás desde hace mucho, porque los factores que le ganaron ese título desaparecieron. Colón nació como terminal del ferrocarril transístmico, no como otras ciudades y pueblos del país que tuvieron un origen y una evolución diferente. El destino de Colón es lo pasajero y lo coyuntural. El ferrocarril, la construcción del Canal, las guerras mundiales y las bases militares estadounidenses han sostenido su economía y la han hundido, según aparecen o desaparecen. El puerto libre puede ser sostenible y sustentable en la medida que las autoridades nacionales y el propio colonense abran los ojos a su realidad y su vocación histórica. De ello dependerá el éxito o el continuo fracaso de Colón Puerto Libre.


jueves, 20 de mayo de 2021

El clamor pro constituyente

 La convocatoria de una asamblea constituyente es una vieja aspiración de los ciudadanos panameños.

Desde hace 40 años existe en el ambiente político el deseo de convocar a una asamblea constituyente que le dé al país un nuevo pacto constitucional con el fin de eliminar la actual constitución cuyo estigma, a pesar de las reformas sufridas, es haber sido aprobada por una asamblea constituyente espuria y manipulada por el gobierno militar de entonces.

Nunca antes como hasta ahora ese clamor ha resonado con tanta fuerza. En los últimos años ha habido diversas iniciativas que terminan fracasando por no reunir las firmas necesarias. El intento más reciente parecía calar más, a juzgar por las primeras reacciones en las que, al menos, dos partidos políticos y un ex candidato de libre postulación opositores habían manifestado, o dejado entrever, su apoyo a la recolección de firmas que gestiona el movimiento Panamá Decide para convocar a una asamblea constituyente paralela, tal como dispone la actual Constitución Política del país.

Sin embargo, el intento parece encallar entre las diversas trabas legales que, cual arrecife, debilita el casco de la embarcación constituyente al ser azotada por los vientos y el golpe de las olas que constituyen los obstáculos que erige la formalidad legal en el proceso de recolección de firmas para convocar la asamblea constituyente paralela.

Cuando se aprobó la norma de que para tal convocatoria es necesario recoger las firmas del 20% de los integrantes del Registro Electoral correspondiente al 31 de diciembre del año anterior a la solicitud, los proponentes levantaron un muro casi inexpugnable para que la convocatoria, por esa vía, fuera posible de lograr. Por eso más de un intento de este tipo ha resultado infructuoso. Pero son las reglas vigentes y hay que acatarlas. Aunque la reglamentación dejó abierta una salida: organizar a la par otra recolección de firmas para sumarlas a las ya recolectadas por Panamá Decide y, así, consolidar en una sola propuesta el esfuerzo de ambas, antes del vencimiento del plazo de seis meses que tiene la primera iniciativa.

Si otro grupo de ciudadanos que quiere la constituyente paralela se aboca a recolectar las firmas que se exigen para tal fin, pensando en sumarlas a las ya recolectadas por Panamá Decide, la iniciativa cobraría nueva vida y, por tanto, ampliaría la posibilidad de alcanzar el número de firmas suficientes para que sea convocada una asamblea constituyente paralela. De ocurrir un hecho como este, quienes tomaron la iniciativa previa deben verlo como una ayuda y deben brindarle toda la colaboración para llegar a la meta de convocatoria de la constituyente paralela. Lo mismo valdría para los gestores de la segunda iniciativa, en cuanto a ver el intento como un esfuerzo mancomunado y no como una forma de ganar protagonismo o arrogarse el derecho y la gloria de haber convocado la constituyente.

El camino para lograr la meta de convocar una asamblea constituyente paralela es largo y tortuoso. Un camino que va cuesta arriba y que muestra a su vera, cual los restos de los cadáveres que ven los que intentan escalar el Everest, el recuerdo esfuerzos anteriores que resultaron infructuosos. Frente a tal experiencia, tenemos que comprender que la convocatoria de una constituyente paralela es un acto mancomunado, de perseverancia y de profundo sentido democrático en cada uno de sus esfuerzos. El reto presente reclama, pues, lo mejor de la conciencia ciudadana y la renuncia a toda pretensión de constituirse en el personaje a quien se le debe reconocimiento eterno por convocar una constituyente paralela. Todo ha de ser un hacer colectivo en el que el empoderamiento ciudadano sea el protagonista para poder decir, algún día, que esa asamblea constituyente que tanto anhelamos fue producto del esfuerzo de mucha gente como fue, en su momento, la recordada Cruzada Civilista que nos abrió paso hacia la recuperación de la vida democrática panameña.