martes, 1 de agosto de 2017

LA AGONÍA DEL RÉGIMEN DE MADURO

Los recientes acontecimientos ocurridos en Venezuela marcan el inicio de la última etapa del régimen de Nicolás Maduro, envuelto en violencia, represión, colapso financiero y pérdida de apoyo político dentro y fuera del país.

En un acto desesperado, y en escasos tres meses, se sacó de la manga la nueva Constituyente que, bajo el argumento de blindar la Constitución Bolivariana de Chávez, para preservar las conquistas y logros de la revolución, convocó sin consulta previa e impuso por la fuerza. Constituyente que, a decir del propio Maduro y sus colaboradores, también tiene la función de crear un marco jurídico para defender la patria de sus enemigos y traidores. Y esto último es el verdadero propósito del ente constitucional creado, ya, por Maduro y sus compañeros de poder.

De los 545 constituyentes, al menos 181 son controlados, directamente, por el propio Nicolás Maduro o la presidencia de la república, los que provienen del llamado ámbito sectorial que integran sindicatos, gremios, asociaciones y los consejos comunales que son nombrados por la presidencia. El resto, surge del propio partido e instituciones de gobierno y del círculo cercano a Maduro.

A partir del decreto que convocó a la Constituyente, se vislumbraba el control que sobre las candidaturas ejercería el régimen. Prohibición total que, entre otras cosas, impedía que los candidatos fueran postulados por partidos políticos. Al ser rechazada la constituyente por la oposición, el camino quedó libre para los candidatos oficialistas.  Sin embargo, no todo le ha resultado a pedir de boca a Maduro y su gobierno: sectores del chavismo, otrora aliados incondicionales, han levantado su voz disidente porque consideran que se traiciona el legado de Hugo Chávez, plasmado en la Constitución Bolivariana.

La agonía del régimen de Maduro se caracterizará por mayor represión, violencia, agudización de la crisis económica, y el aislamiento político internacional. Poca o ninguna opción le queda al actual gobierno venezolano, que el camino antes señalado. Aunque se arrope con el manto jurídico que le dará la nueva constitución, para presentarse como un régimen democrático y justificar sus tropelías como acciones amparadas en el marco de la ley, su suerte está echada. Suerte que, lamentablemente, estará plagada de sangre y la represión propia de un régimen en los estertores de su muerte.

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