sábado, 30 de octubre de 2010

Dios y la Patria

Una vez más el calendario toca a la puerta del mes de noviembre; el de la Patria, como le llamamos.  Su ciclo de 30 días lo inaugura la solemnidad de Todos los Santos, luego el día de los Fieles Difuntos, y en la tercera jornada la Separación de Colombia.  Es un triduo cuyo significado poca reflexión parece merecer, por parte de quienes nos llamamos “panameños.”

El pueblo panameño, cristiano y católico, se ha dejado arrastrar, en buena parte ya, por la corriente del jolgorio y la fiesta vana, olvidándose de su esencia.  Hace mucho, el 1 de noviembre era, también, el Día del Himno Nacional, y, hasta hace poco, el Día del Niño.  Ya ni lo uno ni lo otro se festeja.  Nos han hecho un “sanguche” entre la Noche de Brujas o Halloween, y la celebración de las fiestas patrias viajando a San Andrés, Orlando, o sepa Dios qué otro lugar.  ¿Cómo celebrar fiestas patrias fuera de la Patria?  Si es por fuerza mayor, se comprende.  Pero, por mero placer, ¡jamás!

Como pueblo católico, mayoritariamente aún, tenemos que recuperar el sentido de las dos solemnidades precedentes a las fiestas patrias: Todos los Santos y los Fieles Difuntos.  Recordando a Todos los Santos, profesamos nuestra fe de creer en la Comunión de los Santos, que están delante de Dios y los que, por Cristo y las promesas del Padre, esperamos formar parte, algún día, de ella.  Haciendo memoria de los que nos han antecedido en la vida terrena, también nos unimos y nos mostramos agradecidos por sus esfuerzos en formar una familia, forjar la patria con su trabajo y su talento, construir la sociedad que hoy disfrutamos, y por legarnos los ideales, valores y principios sobre los cuales se sustenta nuestra nación.

La patria se sustenta, pues, en la fe de nuestros mayores en Dios y en su compromiso patriótico.  Ella no es un accidente o un hecho cualquiera; la patria somos nosotros mismos, en el tiempo y en la historia.   Y Cristo, primicia de nuestra fe, es Señor del tiempo, de la historia y de la eternidad.  Dios y la Patria son nuestro ser individual y colectivo, porque sin ellos somos nada.  Sin fe y sin Dios, estamos muertos; sin Patria, seríamos apátridas y andaríamos errantes buscando en una nación ajena, aquello que nos hace realmente pueblo.

Dios quiso que su hijo naciera en una familia y en un pueblo, porque el hombre no puede prescindir de ninguna de esas tres cosas.  Dios, familia y nación son, por tanto, lo que le da sentido al hombre para construir y hallar su razón de ser.  Así como Cristo tiene una conexión con sus antepasados, igual nosotros.  Así como Él nació en el seno de una familia, igual nosotros.  Así como el Salvador pertenece a un pueblo, también nosotros. 

Que a partir de ahora, cuando pensemos en noviembre como el Mes de la Patria, meditemos en su pleno significado, porque el primer paso de su primera jornada lo damos hacia la asamblea de los santos que alaban a Dios, el segundo hacia los ancestros, y el tercero hacia la nación que encierra al pueblo; pueblo de Dios y pueblo panameño.

Nota: Sanguche es un panameñismo, deformación del inglés sandwich (emparedado).

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