Justo Ovalle |
Justo Ovalle es un hombre menudo, campesino, de piel bronceada y curtida por el sol. Su morada, El Rincón de Las Palmas de Penonomé, camino hacia las montañas. Es un poblado de unas 154 casas, cuyo centro está regido por la capilla dedicada a San Juan Bosco, con 62 años de antigüedad, a la que podríamos llamar capilla primada de toda la región, por ser la primera que se construyó. No existe ninguna más antigua en todo el territorio parroquial. Allí, en medio de ese paraje, nos reencontramos, tras realizarle la primera entrevista hace 26 años por esos mismos lares.
Tras remontar el camino, una carretera de tierra ahora en reparación y futura pavimentación con asfalto, llegamos a la capilla. Nos esperaba un "comité de bienvenida" que, luego del saludo de recibimiento, nos anunciaba el sancocho que sería nuestro almuerzo. Al poco rato llegó Justo Ovalle. No sabía yo que me esperaba junto a la carretera, en el portal de su casa. Como llegué directo a la capilla, me pasé de largo.
Capilla Don Bosco en El Rincón de Las Palmas |
Preguntado acerca del recuerdo más fuerte que tiene de su encuentro con Juan Pablo II, nos dice: "de ese contacto hace 28 años presentía que (el papa) era una persona buena, un santo." Justo señala con convicción que le impactó su humildad y su afecto hacia los campesinos, y que le emocionó que alguien tan importante como el Santo Padre se fijara en la "gente baja", en los campesinos como él.
Un dato poco conocido es que, a partir del año siguiente de la visita de Juan Pablo II a Panamá, en 1983, cada 5 de marzo que se cumple aniversario de ese hecho, en la capilla de El Rincón de Las Palmas se hace una celebración para recordar el viaje del Papa y hablar de él. Cuando murió en 2005 la gente se reunió para hacer un novenario. Ahora con mayor razón que es beato -dice Justo gozoso- podemos orar e invocarlo para que interceda por nosotros.
¿Cómo le cambió la vida ese encuentro con el Santo Padre a Justo Ovalle?, le preguntamos. Nos contesta: luchar por la comunidad. Y este esfuerzo lo corroboran los lugareños que nos acompañaban, cuando terminamos la entrevista y compartíamos experiencias. Y si tuviera otro encuentro con el Papa, ¿qué le diría? Justo sonríe y afirma: que estoy dispuesto. Aún en mi enfermedad -agrega- estaría dispuesto a seguir trabajando por la comunidad, porque así como Juan Pablo II "no se bajó de la cruz" yo seguiré "hasta que el cuerpo aguante."
Calle Juan Pablo II |